ABISMO

Balanceándome en la sombra, 

la oscuridad se alumbró.

 

Con el silbido del aire en la penumbra, 

alcancé la meta siguiendo

aquella melodia maternal,

mi única esperanza.

 

 

Los colores se veían tras la niebla 

y las telarañas del abismo.

Me adentré en él sin miedo, 

al recordar a mi madre diciendo: 

"La vida en calma vuelve tras la tormenta."

 

Puede que la mano

que me empujó al abismo 

sea ahora la que me sostenga;

y, como soy más sabio, 

me aferro a ella sin vergüenza.

 

Las raíces que crecieron 

del rencor se regaron con las lágrimas 

de un dolor estancado. 

Crecieron flores de loto 

cuando de nuevo el amor floreció;

rencor sanado, odio olvidado.

 

El abismo es mi hogar, 

pero ya sin miedo.

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